So long suckas! Cold chillin in the burbs sittin on stacks of washingtons son!
Hace ochenta y siete años, nuestros padres fundaron en este continente una nueva nación, concebida en la libertad y consagrada al principio de que todos los hombres son creados iguales.
Ahora estamos inmersos en una gran guerra civil, probando si esta nación, o cualquier nación así concebida y consagrada, puede durar mucho tiempo. Estamos reunidos en un gran campo de batalla de esa guerra. Hemos venido a dedicar una parte de ese campo, como un lugar de descanso final para aquellos que dieron aquí sus vidas para que esta nación pudiera vivir. Es perfectamente justo y propio que debemos hacer esto.
Pero, en un sentido más amplio, no podemos dedicar - no podemos consagrar - no podemos santificar - esta tierra. Los valientes hombres, vivos y muertos, que lucharon aquí, lo han consagrado, muy por encima de nuestro pobre poder de añadir o quitar. El mundo notará poco, ni mucho tiempo recordará lo que decimos aquí, pero nunca podrá olvidar lo que ellos hicieron aquí. Es para nosotros la vida, más bien, que se dedica ahora a la obra inacabada que quienes aquí lucharon dejaron tan noblemente avanzados. Es más bien para nosotros estar aquí dedicado a la gran tarea que nos queda por delante - que a partir de estos muertos honrados tomamos mayor devoción a la causa por la cual dieron hasta la última y de la devoción - que aquí decidamos que estos muertos no habrán muerto en vano - que esta nación, bajo Dios, tendrá un nuevo nacimiento de libertad - y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, no perecerá de la tierra.